Mis padres.

Soy tu reflejo  en el  espejo de la habitación del fondo, en casa de la abuela. Tengo tu nariz y su boca. Soy sus piernas y tus huecos en las caderas.

Soy las mañanas de septiembre solos los dos en una viña. Soy un taburete al lado de la caja para llegar al mostrador. Soy los sábados por la noche juntando las camas para dormir los cuatro juntos.

Soy su respeto a la tierra que ha trabajado desde que era un niño. Soy su oído musical. Soy el hablar cantando en tu primera lengua mientras pienso en la segunda.Soy ese gesto que hace cuando se queda pensativo. Creía ser tan orgullosa como él, soy llorona coma ella.

Soy las sirenas de tu mayo del 68 en París, esas que escuchas cada vez que la gente sale a las calles mientras la policía carga. Soy tu empeño en que fuese independiente y el suyo en ser libre. Soy tu manía por preocuparte de todo y por todos. Soy su sentido de la justicia.

Soy vuestra mirada inquieta cuando os digo que voy a la huelga. Soy el lado más izquierdo de vuestro lado izquierdo. Soy ese gesto que haces con la cabeza cuando no te atreves a decirme con dos cojones.

Soy tu lado más dramático y su ser más práctico. Soy todos tus prejuicios y alguno más. Soy menos tolerante que él.

Soy las gripes que siempre traían un libro de cuentos al cerrar la tienda. Soy el día que fuimos a buscar piso a Santiago y nos perdimos por el barrio de San Pedro. Soy muchas de las cosas que te hubiese gustado ser y que aquel país no te dejó.

Soy todo lo que gesticulas con las manos. Soy tan cansina como tú contando historias. Soy un día de invierno en el asiento de atrás del Seat Panda mientras a ti te costaba disimular los nervios.

Soy todas las discusiones que hemos tenido y que cada vez tenemos menos. Soy las marcas con lápiz en el marco de la puerta de la bodega. Soy estirar la mano mientras me ayudabas a ponerme de puntillas para que llegase al interruptor. Soy la vuelta a casa a los lomos de El Rubio mientras yo sujetaba las riendas.

Soy el sofá de casa y un pincho de embutido a media tarde, mientras llueve a mares fuera. Soy la excusa que te da el mal tiempo.

Soy el cómo me miras. Soy tu gesto al verte en el espejo cuando crees que nadie te ve. Soy tu colonia por la escalera cuando sales de casa. Soy pasear por A Coruña y llevarte siempre dos pasos por delante mientras me gritas: «Nena, nena mira!. Ahí venía yo todos los días cuando hacía la mili».

Soy los domingos de verano de filetes empanados y tortilla en el río. Soy el día que murió el abuelo y te vi llorar por primera vez. Soy tu silencio cuando la tozudez que compartimos no te deja darme la razón.

Soy su manía al volante, su pereza en el sofá. Soy tu constancia y tu mala hostia. Soy los desayunos que me ha traido a la cama para luego seguir durmiendo. Soy un fin de año quieta, cuando todos corríais, sin atreverme a cruzar la puerta de casa de la abuela mientras no podía hablar.

Soy todos vuestros silencios. Todo lo que os habéis callado y que ya no importa. Soy el orgullo de ser de esta tierra. Soy contradicción y claridad. Soy tú poniéndote el mundo por montera e intentando vivir conforme a lo que crees.

Soy todo lo que me habéis enseñado y todo lo que me habéis dejado aprender. Soy  todos los recuerdos que habéis construido para mí.