¿Tú gritas al hacer el amor?

Stanley Kubrik

Foto de Stanley Kubrick (1946)

«El alma libre es rara, pero la identificas cuando la ves: básicamente porque te sientes a gusto, muy a gusto, cuando estás con ellas o cerca de ellas.»-  La máquina de follar, de Charles Bukowski.

Sin meterme en intensidades, cada uno tiene su volumen corporal, puede que la humanidad se divida en dos grandes grupos: los que gritan al hacer el amor y los que no.

Creo que uno mira al mundo igual que hace el amor. «Se vive como se folla», que diría aquel. Hay gente a la que le gusta vivir follar en mayúsculas mientras otros viven de puntillas sin esperar, sin arriesgar, sin ni siquiera dudar si lo que hacen es lo que quieren hacer. Infelices que no saben que lo son.

Hay gente a la que nunca se le subirá un gemelo o le dará un calambre que le paralice los dedos de los pies mientras hace el amor. Gente que no encuentra pasiones o que repiten orgullosos eso de: «es más que mi trabajo, es mi vida». Cuántos problemas nos ha traído malinterpretar pasiones. Corran. Rápido. Háganlo como lo hacen esos nuevos runners que ocupan los parques. No miren atrás, dejen atrás a esa gente que no está preparada para gritar follando y que tampoco lo está para que grites tú.

Le pasó a una amiga. Estaba con su pareja en un pueblo con mar, una noche después de un concierto. Era su primer viaje juntos. Llegaron al hotel como se llega a un hotel de un pueblo de mar en los viajes de dos en verano (esto debería ser ley). Cuando ella empezaba a dejarse ir, la calló. «¡Shhh, nos van a oír!». Solo terminó él y lo hizo silencioso como marcan las normas.

Él hace lo mismo en su lugar de trabajo. Habla a la espalda del que manda, de lo mal que funciona esto o aquello, y cuando el que manda pregunta se camufla detrás de otro. Evapora sus opiniones detrás de una sonrisa y un: «La verdad es que no estamos tan mal. Hoy en día los que tenemos trabajo somos unos privilegiados». 

El miedo les paraliza. Se han acostumbrado a vivir sin deshacer camas, sin siquiera necesitarlo. El follar siempre ha sido  una gimnasia muy sana con periodicidad semanal, que empieza y termina con la cabeza reposando en la almohada, junto al cabezal.

Educarán a sus hijos así. Les enseñarán a callar porque enseñarles a hablar supone un esfuerzo y un riesgo que no ven necesario. Les enseñarán a ser dóciles y harán del silencio una nueva lengua oficial. Les enseñarán el valor de los momentos en vez de las historias.

Creen firmemente que la vida es eso. Momentos, experiencias, anécdotas que contar a un amigo.Las vidas a medias pasan de padres a hijos hasta que alguien decide hacer de la tradición algo que recordar en otra vida que no sea la suya. Gente que quizás decida gritar follando cuando cumple los cuarenta.

Vivir decidiendo. Pensar lo que quieres, por muy irracional que parezca, y caminar hacia adelante. Poner punto y final después de haber dudado. Hacer de tu mundo ese lugar en el que crees. Aleteos de mariposas. Pequeños gestos provocando grandes resultados.

Borrar de tu mapa las calles del medio.

Vivir sabiendo que la vida solo merece la pena siendo valientes y que los valientes se preparan para encontrar a otros valientes que no midan el grosor de los tabiques cuando llegan a una habitación nueva.

Ser quién quieres ser. Ese que grita follando porque no entiende que pueda vivir de otra manera.

Así, sin más.

 

23 comentarios en “¿Tú gritas al hacer el amor?

  1. Qué apañada la foto de Kubrick para tu entrada y qué acierto al ponerla. Normalmente, nadie se acuerda de su etapa de fotógrafo, antes de hacer películas. Me ha gustado mucho tu entrada. La he leído medio sonriendo mientras me lo imaginaba. Por alguna razón, no me sale la estrellita para marcar que me gusta, así que aquí te lo digo.

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  2. Hay una película muy buena, que no recuerdo el titulo, de un ex presidiario que no podía gritar (evidente, si imaginamos, como se las apañaba en la cárcel, «para aliviarse») cuando follaba con su novia camarera. Su «primer» grito fue un sinónimo de libertad -y un cepillo de dientes en el baño de su amada- Simples gestos que dicen mucho.

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  3. Me ha encantado esta entrada, tal vez porque soy de las que gritan, de las que a veces se tapa la boca a ella misma por hacerlo en lugares «prohibidos».
    Y si, follo como vivo y ha sido duro acostumbrar a la gente a ello, pero los que valen la pena en mi vida han aprendido a valorarlo. Algunos valientes hasta se han atrevido a amarme así.

    Excelente entrada, foto y rola.
    Estrellita para ti (aquí, porque no veo dónde poner la que dice «me gusta»).

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  4. Reorganizarnos con urgencia. Los que gritan , los que son mal polvos, los que necesitamos… – y mucho- Para que la gente grite – y yo- y se arañe y lo pase bien y folle con risas. Disfrutemos de los buenos modales sin calcetines y con ligueros. Mensajes y besos a mi correo.

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  5. Pues mira que al leerte ,vino a mi más y más de lo que estoy pensando por estos dias…casi que traumada por mi reciente..cumple año….ese escalón me ha pegado fuerte, me ha sacudido de buena manera, y deicido qué quiero y cómo lo quiero…he tomado algunas medidas en mi vida …en cada diminuto aspecto y me hace sentir genial…yo le grito a la vida intensamente y cuando follo tambien grito! casi siempre…cuando siento de manera al limite porque se qué quiero y he descubierto ser honesta con mis emociones…grito y grito de cuanta «locura» pase por mí…me ha encantado leerte:P

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  6. No sé por qué pero cuando uno habla de sexo y la frase empieza por «yo tengo un amigo que…» la peña se descojona y apuntilla «ya, ya, un amigo…». Pues bien, yo tengo un amigo que… hace poco se citó con una vieja amiga un frío fin de semana de Otoño. No era un pueblo con mar, ni siquiera era un pueblo. El hotel era coqueto y céntrico. Precio especial ya que el dueño era un familiar de un amigo. Hacía frío, me dijo, y al caer la noche la bruma invadía las calles de ciudad. Ella era una de esas viejas amigas con las que siempre había habido buen rollo pero con la que nunca había compartido colchón. Una relación eterna finiquitada al fin, la proximidad de los 30 y la melancolía de las tardes de Enero hicieron que esa vez ella dijera «Si, por qué no». El caso es que, después de ponerse al día y contarse las penas, las cervezas les llevaron a la habitación 312. La verdad es que el número me lo acabo de inventar, tampoco mi amigo me contó tanto detalle. Resumiendo, que me enrollo. En pleno polvo, en ese momento en que uno empieza a perder el sentido, ella, su vieja amiga, empezó a gritar como si le fuera la vida en ello. Mi amigo, vergonzoso para según qué cosas, no sabía qué hacer. Al primer grito no le dio importancia, tenía los sentidos demasiado ocupados en otra tarea. El segundo grito, más intenso, empezó a descentrarle. La faena continuó pero cuando llegó el tercer grito, más grave y prolongado aún que los anteriores, no puedo reprimirse. En una décima de segundo pensó en el familiar de su amigo, en su amigo y en los clientes de las habitaciones de al lado y se ruborizó. Y casi por instinto le puse la mano en la boca (con cariño, no de manera brusca) y soltó un tímido «ssssssssssh». Juro que mi amigo es un tipo que va pa’lante en la vida, que arriesga, que disfruta, que es valiente y generoso. Pero supongo que hay instintos que no se pueden controlar tan facilmente. Será cuestión de entrenar y modificar actitudes. Le diré que la vuelva a llamar y que sea él quien grite esta vez.

    «Se vive como se folla». Me gusta esa idea. Pero partiendo de esta teoría, ojo con follar poco que vida sólo hay una. No hay otra opción, amig@s. Hagamos un esfuerzo. Gritemos fuerte. Follemos mucho.

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      • Me muero de risa!!! jajajajajajaj!!! Dígale a su «amigo » de mi parte, que gritar al follar se entrena. Que uno a veces lleva mirando al mundo de reojo una buena temporada porque no tiene necesidad de mirar de frente, hasta que llega un día que el grosor de los tabiques pasa a un plano secundario, los materiales son secundarios lo único a lo que atiende es a lo que siente, no importa el volumen! 🙂

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  7. Me gusta sentirme libre haciendo el amor, dejarme llevar, que nos oigan e incluso que nos vean. Sin embargo creo que socialmente está más aceptado que sea ella la que grite, y eso sumado a que soy un tio normalmente silencioso y discreto – crecí rodeado de personas de esas que necesitan ser centro de atención, yo me limitaba más a estar en segundo plano y observar – hicieron que yo nunca gritara. Hace un año que estoy con la que yo llamo «a mellor moza do mundo», para mi lo es, y es ella la que me pide que grite, y cada vez lo hago más y me sienta muy bien, está siendo como una terapia!. Por lo tanto este post es una continuación de esta mi particular terapia hacia ser/vivir/follar libre

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  8. Cada vez que me siento en esta terraza la cocinera siempre me acaba sacando una sonrisa. Brindemos por los que foll..Vivimos gritando (o almenos lo intentamos)!!!
    Mil felicitaciones y besiños desde este pueblo con mar!

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