Hacerse la rubia

Chimamanda Ngozi

«Enseñamos a los niños a tener miedo al miedo, a la debilidad y a la vulnerabilidad. Les enseñamos a ocultar quienes son realmente, porque tienen que ser, como se dice en Nigeria, hombres duros»-Chimamanda Ngozi Adiche.

Hace unos días, una mujer me contaba que le gusta que un tipo le abra la puerta. Se quedó un poco sorprendida cuando le pregunté por qué:

-Me gusta esa carrerita. Los dos pasos rápidos para ponerse delante de mí y dejarme pasar primero. ¿A ti, no?

-A mí no me molesta, pero no es algo que valore.

-Es un tema de educación.

-¿ Educación con las mujeres, los niños y los ancianos?

Nos reímos. No íbamos a ponernos de acuerdo, pero ese no es el motivo por el que dos entablan una conversación, así que seguimos. Hablábamos de la educación, de la igualdad. Le conté que en mi primer trabajo, un cliente llamó por teléfono enfadadísimo. Intenté calmarlo y pensar una solución rápida, pero no esperó. Páseme con su jefe. Le contesté que mi jefa estaba de baja maternal. Que me pase con su jefe hombre. Le dije que no tenía. ¡Cómo no va a tener usted un jefe hombre! Le mentí, claro. Siempre hay un hombre, y nos hemos acostumbrado tanto a que sea así, que todos damos por supuesto que no hay nada raro en ello.

-¿No te da miedo ser así? Eso no suele gustarle a los hombres. Una mujer así, con tu opinión sobre ciertas cosas, les intimida.

En otro momento de mi vida, me habría echado a llorar. Se hizo un silencio incómodo, mucho. Me recosté en la silla, me hice una coleta. El  camarero pasó y yo  levanté el botellín como si se me hubiese acabado el oxígeno. Sabía que ella no me lo decía con ninguna maldad, ni siquiera con ganas de polemizar. Me lo preguntaba porque realmente a ella sí le asustaba.

-No, no tengo miedo. Ya no. La inseguridad no se la genero yo con mis opiniones. La inseguridad es algo suyo, algo que tiene que ver con el rol que él adjudica a una mujer y con el rol que le han impuesto de sí mismo, también con lo que espera de su pareja. No me atraen los hombres a los que pueda intimidar.

Hace unos días, Cristina Cifuentes fue muy criticada en los medios por reconocer que ella, de vez en cuando, se hacía la rubia delante de un hombre porque sabía que disimular, que sea él quien cree que tiene el mando, no enseñarse firme o autoritaria ante un hombre, le reportaba mejores resultados. Es decir, seguir siendo lo que se espera de ella por ser mujer.

No es ninguna novedad, que levante la mano quien no se haya hecho la rubia. No ha venido Cristina Cifuentes a descubrir de qué color es el caballo blanco de Santiago. El problema es que lo dijo como si fuese positivo que tú, mujer, no pudieses parecer demasiado lista, tener opinión o incluso imponerla si crees que tienes que hacerlo. Esa incapacidad para ver que lo que estás diciendo es una frase de pollarancia, es algo a lo que tenemos que enfrentarnos  montones de veces a lo largo del día.

Una tiene que ser tantas cosas, que un día se descubre siendo un disimulo de sí misma. Una tiene que ser astuta, examinar al señor de enfrente y luego ser lo que cree que se espera de ella. Lo que le gustaría que fueses, para que él se sienta bien. Las revistas de adolescentes de mi generación, estaban llenas de test sobre cómo gustar a un chico, qué hacer y qué no. La red está llena de artículos sobre qué hacer para encandilar a un hombre. Como si no llegase con ser tú.  Les enseñamos a las niñas a preocuparse por lo que piensan de ellas los chicos, ponemos su valor solo si son aceptadas por ellos, pero no enseñamos a los chicos a preocuparse por la opinión que de ellos tienen las niñas.

Un estudio publicado en la revista Science revela cómo se construyen estereotipos de género en la infancia. Las niñas aprenden a subestimar a su propio género a los seis años, limitando sus opciones de desarrollo profesional y académico. Una no sabe cómo deja de levantar la mano, sale de las primeras filas,  deja de hacer preguntas, y se coloca en las filas del medio para pasar desapercibida.

Mientras nosotras buscamos un hombre al que admirar, ellos necesitan a una mujer que los admire. Llevamos años perpetuando el rol de la mujer como un accesorio que cubre muchas de sus carencias emocionales, afectivas. Una mujer que me sepa llevar. Una mujer discreta, que no llame demasiado la atención. Inteligente, sí, pero no tanto como para que él se sienta amenazado.

Ser hombre no te convierte directamente en esto. Puede ser que hayas crecido en un ambiente machista pero hayas empezado a hacerte preguntas, ver actitudes en otros hombres o mujeres que empiezan a hacer que te raspe el niqui. Quizás hayas empezado a pensar cuánto de tu masculinidad has construido tú y cuánto te ha venido impuesto.

Todos nos hemos educado en una sociedad machista que nos ha inoculado como normales, comportamientos que no lo son. Hace miles de años, cuando la fuerza física era lo que sustentaba el mundo, los hombres eran el sexo fuerte. Para ellos eran los mejores puestos en la manada. Primaba sobrevivir y en eso la fuerza física era fundamental. Hoy, el mundo es otro. La fuerza ya no es importante.  La inteligencia, la humanidad, la ternura, los cuidados,  no están ligados a tu sexo sino a tu capacidad, a las habilidades para las que te educan. Dejemos de educar a hombres de egos frágiles, a princesas sumisas. Eduquemos a los niños en función de sus capacidades, no de su sexo. Eduquémonos. Hagámoslo juntos.

7 comentarios en “Hacerse la rubia

  1. Si es cierto que hay que hacerse la rubia…de vez en cuando…por lo menos a dia de hoy…y con la esperanza de que para las proximas generaciones la cosa cambie.
    Despues de leer esto me planteo que tengo que darle las gracias a mi madre por no enseñarme «ese tipo de cosas»…arreglarme para…hacer esto que a ellos les gusta…no hacer esto otro…. Afortunadamente echo la vista atras y no recuerdo nada parecido…sera por eso que tambien he tenido a mi primera pareja a los 32 años!!! Jejeje y a tiempo de sobra que he llegado…
    Gracias por tus palabras .

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  2. Buen Post!
    Me a gustando tanto que he intentado compartirlo en mi muro de Face pero el botón compartir no me genera un acceso a facebook en el que se vea tu título.
    Está bien mostrar mensaje directo en las redes de otros. A ver si se cuestionan.
    Saludos.

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  3. Me ha gustado mucho tu artículo! Solo un pequeño apunte 😉 Cuando dices: «hace miles de años, cuando la fuerza física era lo que sustentaba el mundo, los hombres eran el sexo fuerte. Para ellos eran los mejores puestos en la manada» habría que verlo también. Yo me inclino a pensar a que es lo que quieren que pensemos ahora las mujeres. De hecho, hace siglos el número de sociedades matriarcales era bastante elevado, pero con la extensión de las cultura occidental y el colonialismo se fueron a pique… Un saludo!

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    • La verdad, desconozco estudios en profundidad. Solo creo que la testosterona está relacionada con la fuerza y ellos tienen más. De todos modos, eso no quiere decir que haya mujeres tan o más fuertes que muchos hombres, hoy en día parece ridículo otorgar la fuerza a un sexo porque sí y de verdad, que la fuerza hoy no es bandera de nada. En el mundo laboral deberíamos competir por capacidades, no por sexos. Graciñas por leer y por dejar comentario! Me encanta!

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