Cortinas y estrofas

Olivia Bee

La fotografía es de Olivia Bee

CORTINAS

Hace unos días, mientras tendía la colada, una vecina colgaba unas cortinas. » Perdona, ¿te puedo pedir un favor? Me voy a poner detrás, ¿me dices si me ves?» Se echó la cortina por delante y no hizo falta que le dijese nada, ella me veía perfectamente detrás de ese visillo como papel de fumar. «No hay posibilidad de intuirte», le dije. Y nos echamos a reír. La cortina sigue ahí, tratando de tapar un cuerpo medio desnudo, una escena íntima o simplemente las rutinas, por muy simplonas o poco escabrosas que sean. Son suyas.

Esta mañana he pensado en la cantidad de cortinas que nos construimos a lo largo de la vida. Con empeño, con una trabajera inconsciente, vamos poniendo los rieles a los visillos incorporando a las rutinas las horas de costura para enseñar solo lo que más brilla. Como si  las sombras limitasen el acceso al podio, y en ese afán por seguir en los primeros puestos cosemos una cortina de algodón tupido. Y en el empeño, nos enseñamos más.

ALGUNAS ESTROFAS:

Siempre que voy a un concierto, me fijo en esas estrofas que la gente canta un poco más fuerte, con más emoción que las demás. El final de Turnedo o cuando Bruce susurra: «The road is dark and it’s a thin thin line. But I want you to know I’ll walk it for you any time». Siempre he creído que uno se esconde ahí detrás, en esas estrofas que le atan siempre al mismo lugar. Esas que cantamos más fuerte que las demás cuando creemos que nadie mira. Imagino qué es lo que les ha pasado, qué recuerdos hay detrás de la emoción. Qué le habrá pasado al chico al que se le acharolan los ojos, mientras Viva Suecia canta « hay más enemigos en la piel de los testigos que entre aquellos que juraban contra ti». De quién se acuerda la chica que a mi lado llora mientras Quique González canta Las chicas son magníficas.  A quién grita este chico con los ojos cerrados mientras suena «la estrella de los tejados, lo más rock&roll de por aquí. Los gatos andábamos colgados de Lady Madrid «. Uno esconde en esas estrofas los anhelos, lo que le duele y no quiere contar a nadie, el ayer que no se acaba nunca.

TODOS QUEREMOS SER SOLO LO QUE BRILLA

A todos nos gustaría ser lo que más brilla, llevar la luz del tren. No reconocernos en las sombras. Que la cortina tape todo lo que no queremos enseñar, lo más feo. Pero yo no soy divertida, ni graciosa, por mucho que mi entorno me ría las gracias. Solo soy una farsante, una vendedora de humo a la que la vida va dando prórrogas antes de ser descubierta.

No soy alta. Esto me lo dicen los taburetes que uso para llegar al segundo estante de la cocina. Nunca me ha importado, a pesar de que ha habido temporadas en las que me he sentido muy pequeña midiendo exactamente lo mismo que ahora. Me he descubierto con los tacones puestos para llegar donde creía que no podría hacerlo en plano. Ahora, cuando me veo calzando los zancos en un gesto automático, como un pestañeo, me miro al espejo. De arriba abajo, para ser consciente. No más, pero tampoco menos.

He decido cambiar las cortinas por espejos, pero tampoco soy un libro abierto, ni siquiera quien tú te imaginas. Me sigo escondiendo detrás de las estrofas que lloro en los conciertos, me cubro si las ventanas están abiertas. Pertenezco a esa raza a la que le emocionan las estrofas que otros gritan en un concierto, pertenezco a la emoción de lo que me es ajeno. Solo soy eso. Muchas sombras, siempre buscando algo que brille.

 

 

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